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Paniza fue uno de tantos pueblos que tras de su reconquista a los moros- realizada hacia 1127, como la de Cariñena- pasó a convertirse en Señorío particular de una de las familias más poderosas del Reinola de los Urrea, que detentó su dominio sobre la villa hasta mediados del siglo XIV.

En 1348 era señor del castillo y del lugar de Paniza el rico hombre aragonés Juan Ximénez de Urrea, Señor de Biota, que murió en la batalla de Épila luchando a favor de los de la “Unión” y contra Pedro IV el Ceremonioso. Éste lo despojó de Paniza, que vendió en el mismo año a la Comunidad de Daroca, juntamente con Alardrén, Alcañiz de la Huerva y Luco, por 40.000 sueldos jaqueses, si bien a carta de gracia o de retroventa, que utilizaría el Rey en 1357, al obtener su devolución de parte de la Comunidad darocense para donar dichos pueblos a don Álvaro García de Albornoz, lo que así verificó el monarca, mas con la reserva de que volvieran a integrarse después en la Comunidad.

No cumplió este requisito el de Albornoz, por lo que Pedro IV la arrebata el pueblo de Paniza en 1372, entregándoselo a Gonzalo González de Lucio y a su esposa doña Violante, desde cuya época se data la incorporación de Paniza a la Comunidad de Daroca estando a partir de entonces integrada la villa en la “Sesma de Trassiera”.

Para gloria y orgullo de Paniza, podemos afirmar sin exageración que la villa poseía la obra escultórica de mayor valor artístico existente en las tierras de la Comunidad de Daroca, como sería el magnífico retablo del Santuario de la Virgen del Águila, destruido durante la guerra de la Independencia.

Obra maestra del escultor Gabriel Jolí, digno competidor del gran Forment, que fue contratada el 26 de abril de 1522. Esta ermita de Ntra. Sra. Del Águila, tan ligada al prestigio religioso de Paniza, fue fundada durante los primeros años del siglo XVI, la leyenda dice que ese tiempo la villa sufrió una gran esterilidad, a causa de los pedriscos que continuamente asolaban sus cosechas. Buscan el favor divino, dos ancianos del pueblo fueron en peregrinación hasta el Santuario de Montserrat, donde un santo ermitaño les aconsejó que edificasen un templo a Nuestra Señora, si querían verse a salvo de tanto daño. Eligieron para ello la cima de un monte llamado del Águila, donde crecía una encina grande y robusta. La imagen de la Virgen fue colocada sobre el mismo tronco de la carrasca, y el santuario fue titulado como el de Ntra Sra. Del Águila, en razón del sitio donde se edificó.

Pronto atrajo el fervor de toda la comarca, pues se consideró como el mejor pararrayos celeste contra toda suerte de desgracias. La imagen de Nuestra Señora  del Águila llevaba en brazos a su divino Hijo, del cual se dice que sudó en varias ocasiones. La noticia la debemos al escritor don Jerónimo Borao, quien asegura que fue en 1574 la última vez que se verificó el milagros suceso, y con este motivo partieron para Zaragoza el Vicario General y el primer Jurado de Paniza, a fin de dar cuenta del prodigio a don Hernando de Aragón.

Este santo Prelado quiso cerciorarse si era verdadero milagro y no industria o artificio de alguien, enviando para estudiar el fenómeno a su Fiscal Apostólico quien declaró aquel sudor como cosa sobrenatural. Entre las muchas personas que acudieron a Paniza para contemplarlo, se cita al Conde de Fuentes, don Juan Luis Fernández de Heredia y Cuevas, que permaneció de rodillas ante la imagen toda una noche, llevándose como recuerdo uno de los dedos del divino Niño.

Paniza era uno de los focos de cultura de la Comunidad de Daroca, pues tenía establecido un Magisterio de Gramática, que funcionaba en la villa regido por Consejo, el cual fijó en el año 1704, y como salario anual de su maestro, el Licenciado Manuel Gorrite, la suma de cien reales, estipendio a fe harte menguado.

En la guerra de la Independencia se dio medida del valor y patriotismo de uno de los hijos de Paniza más ilustres: El célebre guerrillero don Ramón Gayán y Díaz, quien organizó el famoso batallón de “Escopeteros y Tiradores de Cariñena”. Gayán se presentó a Palafox a raíz del levantamiento zaragozano, y promovido al empleo de capitán por el defensor de Zaragoza, fueron muchas las acciones guerreras en que intervino, incluso en su pueblo natal, ya que en 1809 sorprendió y arrojó a los franceses del Santuario de la Virgen del Águila. Terminó la guerra con el grado de coronel.

También la primera guerra carlista comportó para Paniza una serie no pequeña de tribulaciones, entres las que merece destacarse la entrada de las fuerzas del Pretendiente, mandadas por Quílez, que se hicieron dueñas de la villa el 23 de octubre de 1835. El Alzamiento Nacional de 1936 situó a la villa en la frontera misma del territorio nacional con la zona marxista.

En el aspecto nobiliario, Paniza atrajo a nobles familias infanzonas, como las de Valero de Bernabé, Ochoa, Zabal y Díaz. Esta última enlazó en el siglo pasado con la noble Casa molinesa de los Marqueses de Embid, cuya última representante fue doña María del Pilar Díaz y López-Pelegrín.